domingo, 15 de noviembre de 2009

Escrito encontrado en un galpon, 22 días despúes de la infección

Encontré este papel en una pequeña oficina situada en una esquina del galpón donde nos refugiamos. Nunca antes escribí nada, o más bien he anotado cosas, tomado apuntes, hecho resúmenes, poco más. Tal vez escriba esto por nada, pero he pensado en dejar un escrito en cada lugar en donde estemos. Podría ser una guía para alguien que llegase a leerlo, podría dar un aliento en medio de este silencio. El silencio, eso creo que es lo que más me ha impresionado con el paso de las horas; después de los horrores, los infectados persiguiéndote, las calles llenas de cadáveres y los incendios, lo que más me impresiono es el silencio, apenas roto por el rumor o ronroneo que emiten los infectados y el sonido del crepitar de las llamas. El silencio, nuestras conversaciones en voz baja, apenas rasgos, vestigios de una comunicación. Eso es lo más impresionante, el silencio.
Nadie todavía a querido usar los celulares, siquiera para filmar o sacar fotos de lo que pasa. Al parecer las líneas de telefonía celular emitieron alguna señal que comenzó con todo esto. Algunos dicen que fue el agua. O los animales. Ningún animal parece infectado, incluso miles de perros comen hasta saciarse de los cadáveres que pueblan las calles como un océano apestoso. Mariano, uno de los que llegaron al galpón hace algunas horas dice que de alguna manera el Zoológico está abierto y que mientras cruzaban el parque Sarmiento vieron a dos leones devorando muertos.
Ahora debemos decidir que hacer. El galpón parece haber sido el taller de la consecionaria de autos que hay en la esquina a unos 30 metros de aquí. Somos siete en total, ninguno sabe lo más mínimo de mecánica. Hay poca comida y dentro del plan debemos pasar si o si por un supermercado a aprovisionarnos.

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